En la calle, innegablemente, hay basura. Envoltorios, paquetes, papeles y botellas vacías son el rastro de una sociedad envuelta en un ciclo de consumo que tira y compra, compra y tira continuamente productos efímeros y que muchas veces, verdaderamente no necesita. Los contenedores de basura y el servicio de recolección urbana ha quedado corto para la cantidad de gente que hoy habitan las grandes ciudades y que generan cada vez más basura. Los basurales a cielo abierto son cada vez más comunes y la gente que vive cerca de estos lugares tiene que enfrentarse a los malos olores y enfermedades que puede conllevar el “marinado al sol” de esos múltiples tipos de basura.
¿Qué respuesta nos dan las intendencias, municipalidades y gobiernos? ninguna. Las inversiones y programas con respecto al reciclado, sumado a que son mínimas, son curitas que no llegan a cubrir la herida abierta de la contaminación en nuestra sociedad. Muchas veces, las que yo llamo soluciones temporales surgen de la misma sociedad, en un movimiento a pulmón que se sustenta con las ganas de hacer un bien. El reciclado, la economía circular y las alternativas verdes al consumo son de la gente para la gente. Incluso, en la ciudad de Río Cuarto hay servicios para las empresas que reciclan todos los residuos que estas generan y las venden a empresas que trabajan con materias primas recicladas, como es el caso de Circularity.
Sin embargo, el hecho que el reciclado se presente como la única solución ignora el verdadero problema fundamental y a los verdaderos culpables.
El tirar una botella en la calle o dejar un papelito en el río son innegablemente contaminación. El usar el auto o el aerosol también lo son. Pero esas cuestiones no son las que abrieron y continúan abriendo un hueco en la capa de ozono o las que matan a tantos peces o hacen derretir los polos. El uso de toneladas de agua para hacer solo 12 botellas de gaseosa, cuando se generan tres millones de toneladas de botellas al día es más que el agua de más que se gasta durante un baño. El sistema económico regente, el capitalista, tiene a responsabilizarnos a nosotros, las personas comunes por la crisis ambiental construyendo una narrativa de culpabilidad que aleja el foco de los verdaderos culpables. La realidad es que los consumidores tienen opciones limitadas y se ven prácticamente obligados a adquirir productos envasados de plástico o utilizar materiales no sostenibles debido a la falta de alternativas.
Este consumo exacerbado es producto del sistema que prioriza el lucro por encima de la protección ambiental y de las verdaderas necesidades de la sociedad.
En este ensayo voy a retratar los problemas de la contaminación en la ciudad de Río Cuarto y presentar a aquellos movimientos que intentan luchar contra esto a través del reciclaje. Pero no podemos dejar de lado que este problema es un problema estructural del sistema económico, que nunca se va a solucionar del todo a menos que este cambie rotundamente.
Es necesario cuestionar y repensar los fundamentos del sistema actual para lograr una transformación hacia un modelo más sostenible y equitativo. Solo entonces podremos abordar de manera efectiva la contaminación en las ciudades y garantizar un futuro saludable y próspero para las generaciones futuras.