El sistema capitalista es el espacio donde los empresarios se mueven. El sistema capitalista es donde los victimarios atentan. El sistema capitalista es el culpable y los empresarios son su brazo accionario. Esta afirmación está basada en varios argumentos que derivan de la estructura y las dinámicas inherentes de este sistema.
En primer lugar se encuentra la búsqueda de los beneficios a corto plazo, donde las ganancias económicas y el crecimiento empresarial suelen ser las principales prioridades. Esto lleva a que las empresas y sus representantes maximicen sus beneficios sin tener en cuenta completamente los impactos ambientales de sus actividades. La presión para obtener resultados financieros inmediatos puede fomentar prácticas insostenibles y la explotación irresponsable de los recursos naturales.
El consumismo programado es, como mencionaba antes, es la principal traba hacia la economía circular.
El capitalismo promueve una mentalidad de "usar y tirar" que fomenta la producción masiva de bienes efímeros y de corta duración, generando una gran cantidad de residuos que no se gestionan adecuadamente. Además, esto lleva a su lado a la obsolescencia programada, una estrategia empresarial para acortar la vida útil de los productos y estimular su reemplazo, que contribuye aún más a la generación de desechos y al consumo excesivo de recursos naturales.
Por último, la falta de regulación de la competencia entre las empresas dificulta la implementación de prácticas ambientales sostenibles.
En un mercado altamente competitivo, las empresas no tienen porqué invertir en tecnologías limpias o en medidas de mitigación ambiental, porque esto no genera la misma ganancia que la irresponsabilidad en la cuestión ambiental. Por eso, es importante destacar que estas empresas también influyen en los discursos y en la percepción pública de la contaminación. A través de estrategias de relaciones públicas y de publicidad, a menudo intentan desviar la atención de su propia responsabilidad y culpar a los consumidores por la contaminación. Esto se traduce en campañas que promueven la idea de que los individuos son los principales responsables y que deben asumir la carga total de la solución, a través de acciones como el reciclaje y la reducción personal de residuos.
Esta narrativa engañosa e injusta busca volcar la responsabilidad en uno mismo para evitar cuestionar al sistema.
Que no se mal entienda, es cierto que los consumidores tienen un papel en la contaminación, pero no hay nunca que olvidar quien es que te vende esos productos indispensables envueltos en plástico.
Es fundamental no olvidar este aspecto. Hay que exigir, gritar, tomar si es necesario, para que nunca más traten a este mundo y a sus habitantes como ganancia o pérdida, unos o ceros. Que se implemente cada vez más esta economía circular para, de a poco, desbaratar la opresión monetaria. Que se vuelva macro social y que deje de ser micro, porque solo así se pueden desafiar las lógicas capitalistas, con la fuerza de las mayorías unidas y en conjunto. Con la fuerza del pueblo y la clase oprimida. Con la igualdad y sostenibilidad del nuevo sistema. Con libertad.